martes, 13 de mayo de 2014

La copla

La copla

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Manuel Machado

domingo, 4 de mayo de 2014

Mientras por competir con tu cabello

Mientras por competir con tu cabello

Mientras por competir con tu cabello
oro bruñido, el sol relumbra en vano
y mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente al lilio blanco.

Mientras a cada labio, por cagello,
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello.

Goza cuello, cabello, labio y frente,
Antes que lo que fue tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,

No solo en plata o vïola troncada
Se vuelva, mas tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

Luis de Góngora


Don libro está helado

Don libro está helado

Estaba el señor don Libro
sentadito en su sillón;
con un ojo pasaba la hoja,
con el otro ve televisión.

Estaba el señor don Libro
aburrido en su sillón,
esperando a que viniera... (a leerle)
algún pequeño lector.

Don Libro era un tío sabio,
que sabía de luna y de sol,
que sabía de tierras y mares,
de historias y aves,
de peces de todo color.

Estaba el señor don Libro
tiritando de frío en su sillón;
vino un niño,
lo cogió en sus manos
y el libro entró en calor.

Gloria Fuertes

El Conde Olinos

El Conde Olinos

Caminaba el Conde Olinos,
mañanitas de San Juan,
a dar agua a su caballo
a las orillas del mar.

Mientras el caballo bebe,
se oye un hermoso cantar;
las aves que iban volando
se paraban a escuchar.

-Bebe mi caballo bebe,
dios te me libre del mal,
de los vientos de la tierra 
y de las furias del mar.-

Desde la torre más alta
la reina le oyó cantar.
-Mira hija, como canta
la sirenita del mar.-

-No es la sirenita, madre
que esa tiene otro cantar;
es la voz del Conde Olinos
que por mi penando está.-

-Si es la voz del Conde Olinos
yo le mandaré matar;
que para casar contigo
le falta sangre real.-

-No le mande matar, madre,
no le mande usted matar;
que si mata al Conde Olinos
a mí la muerte me da.-

Guardias mandaba la reina
al Conde Olinos buscar,
que le maten a lanzadas
y echen su cuerpo a la mar.

La infantina, con gran pena,
no cesaba de llorar.
Él murió a la media noche
y ella, a los gallos cantar.

A ella como hija de reyes,
la entierran en el altar,
y a él, como hijo de condes,
unos pasos más atrás.

De ella nace un rosal blanco;
de él, un espino albar.
Crece el uno, crece el otro, 
los dos se van a juntar.

La reina, llena de envidia,
ambos los mandó cortar;
el galán que los cortaba
no cesaba de llorar.

De ella naciera una garza;
de él, un fuerte gavilán.
Juntos vuelan por el cielo,
juntos vuelan par a par.

Poderoso caballero es don dinero

Poderoso caballero es don dinero

Madre, yo al oro me humillo,
Él es mi amante y mi amado,
Pues de puro enamorado
Anda continuo amarillo.
Que pues doblón o sencillo
Hace todo cuanto quiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Nace en las Indias honrado,
Donde el mundo le acompaña;
Viene a morir en España,
Y es en Génova enterrado.
Y pues quien le trae al lado
Es hermoso, aunque sea fiero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Son sus padres principales,
Y es de nobles descendiente,
Porque en las venas de Oriente
Todas las sangres son Reales.
Y pues es quien hace iguales
Al rico y al pordiosero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

¿A quién no le maravilla
Ver en su gloria, sin tasa,
Que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
Mas pues que su fuerza humilla
Al cobarde y al guerrero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Es tanta su majestad,
Aunque son sus duelos hartos,
Que aun con estar hecho cuartos
No pierde su calidad.
Pero pues da autoridad
Al gañán y al jornalero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.

Más valen en cualquier tierra
(Mirad si es harto sagaz)
Sus escudos en la paz
Que rodelas en la guerra.
Pues al natural destierra
Y hace propio al forastero,
Poderoso caballero
Es don Dinero.


Francisco de Quevedo y Villegas

Educar…

Educar...

Educar es lo mismo
que poner motor a una barca…
hay que medir, pesar, equilibrar…
… y poner todo en marcha.

Para eso,
uno tiene que llevar en el alma
un poco de marino…
un poco de pirata…
un poco de poeta…
y un kilo y medio de paciencia
concentrada.

Pero es consolador soñar
mientras uno trabaja,
que ese barco, ese niño
irá muy lejos por el agua.
Soñar que ese navío
llevará nuestra carga de palabras
hacia puertos distantes,
hacia islas lejanas.

Soñar que cuando un día
esté durmiendo nuestra propia barca,
en barcos nuevos seguirá
nuestra bandera
enarbolada.

Gabriel Celaya

La saeta

La saeta

¡Oh, la saeta, el cantar 
al Cristo de los gitanos, 
siempre con sangre en las manos, 
siempre por desenclavar! 

¡Cantar del pueblo andaluz, 
que todas las primaveras 
anda pidiendo escaleras 
para subir a la cruz! 

¡Cantar de la tierra mía, 
que echa flores 
al Jesús de la agonía, 
y es la fe de mis mayores! 

¡Oh, no eres tú mi cantar! 
¡No puedo cantar, ni quiero 
a ese Jesús del madero, 
sino al que anduvo en el mar!


Antonio Machado

El viaje definitivo

El viaje definitivo

Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando. 
Y se quedará mi huerto con su verde árbol, 
y con su pozo blanco.


Todas las tardes el cielo será azul y plácido, 
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.


Se morirán aquellos que me amaron 
y el pueblo se hará nuevo cada año; 
y lejos del bullicio distinto, sordo, raro 
del domingo cerrado, 
del coche de las cinco, de las siestas del baño, 
en el rincón secreto de mi huerto florido y encalado, 
mi espíritu de hoy errará, nostáljico...


Y yo me iré, y seré otro, sin hogar, sin árbol 
verde, sin pozo blanco, 
sin cielo azul y plácido... 
Y se quedarán los pájaros cantando.


Juan Ramón Jiménez

Canción del pirata

Canción del pirata

Con diez cañones por banda,
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;

bajel pirata que llaman
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín.

La luna en el mar riela,
en la lona gime el viento
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;

y ve el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
Y allá a su frente Estambul:

-Navega, velero mío,
  sin temor
que ni enemigo navío,
ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza,
ni a sujetar tu valor.

Veinte presas
hemos hecho
a despecho
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.

Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta
mi derecho
y dé pecho
a mi valor

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer.

En las presas
yo divido
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza
sin rival.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena
quizá en su propio navío.

Y si caigo,
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.

Y del trueno
al son violento,
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado
por el mar.

Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

José de Esponceda
Volverán las oscuras golondrinas
Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,  
y otra vez con el ala a sus cristales,
jugando llamarán;
pero aquellas que el vuelo refrenaban  
tu hermosura y mi dicha al contemplar;  
aquellas que aprendieron nuestros nombres,  
esas... ¡no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas  
de tu jardín las tapias a escalar, 
 y otra vez a la tarde, aun mas hermosas, 
 sus flores abrirán;
pero aquellas cuajadas de rocío,  
cuyas gotas mirábamos temblar  
y caer, como lágrimas del día...  
esas... ¡no volverán!
Volverán del amor en tus oídos  
las palabras ardientes a sonar;   
tu corazón, de su profundo sueño 
 tal vez despertará;
pero mudo y absorto y de rodillas  
como se adora a Dios ante su altar, 
 como yo te he querido...desengáñate, 
 ¡así no te querrán!  

Gustavo Adolfo Becquer

Un soneto me manda hacer Violante

Un soneto me manda hacer Violante


Un soneto me manda hacer Violante 
que en mi vida me he visto en tanto aprieto; 
catorce versos dicen que es soneto; 
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante, 
y estoy a la mitad de otro cuarteto; 
mas si me veo en el primer terceto, 
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando, 
y parece que entré con pie derecho, 
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho 
que voy los trece versos acabando; 
contad si son catorce, y está hecho.

Lope de Vega

¡Ay mísero de mí...!

¡Ay mísero de mí...!

¡Ay mísero de mí, ay, infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí 
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido:
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,           
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.

Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
dejando a una parte, cielos,   
el delito de nacer,
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,  
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?

Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma         
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;    
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?

Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas 
gracias al docto pincel,
cuando, atrevida y cruel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;       
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?

Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,  
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;        
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?

Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,       
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;  
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?

En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho          
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,            
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?




Calderón de la Barca

Un loro, un moro, un mico y un señor de Puerto Rico

Un loro, un moro, un mico y un señor de Puerto Rico

Un señor de Puerto Rico,
colgó en su balcón un loro
de rica pluma y buen pico,
un loro que era un tesoro
y a su amo costó un pico.
Un vecino suyo, moro,
de Tetuán, recibió un mico
y a este mico, lo ató el moro
en su balcón, ante el loro
que así quedo frente al mico.

Tanto y tanto charla el loro,
que un día se enfada el mico
y con la furia de un toro,
lo embiste; se esconde el loro,
rompe la cadena el mico,
salta a la jaula del loro,
sale el loro, pica al mico,
chilla el mico, grita el loro...
se asoman al ruido el moro,
y el señor de Puerto Rico.

-Porque no encierra a su loro?
-Porque no ata bien su mico?
- exclaman los dos a coro
y uno le echa mano al loro
y el otro tira del mico.
Cae el mico sobre el loro,
el loro le clava el pico,
los dientes rechina el mico...
y, asustado, muerde al moro
y al señor de Puerto Rico.

Este reniega del loro,
y jura matar al mico,
mientras furibundo, el moro,
provoca al amo del loro,
y embiste al loro y al mico.
Hacia arriba vuela el loro,
se escurre hacia abajo el mico
y, faltándole al decoro,
caen, trabados en lucha, el moro
y el señor de Puerto Rico...

- ¡Ay! moro si pierdo al loro!
exclama el de Puerto Rico
y airado, replica el moro:
- Pagará caro tu loro,
cristiano, si pierdo al mico!!
Los imita arriba el loro,
muecas, hace abajo el mico,
y no se sabe si el moro,
es quien habla, o si es el loro,
o el señor de Puerto Rico.

Crece el trajín: vuela el loro
y va a caer sobre el mico...
Furioso el de Puerto Rico
viendo en peligro su loro,
quiere ahora matar al mico.
Le da un empujón al moro,
le dispara un tiro al mico,
yerra el tiro y mata al loro,
se desmaya. Ríe el moro
y corre en busca del mico...

Risueño regresa el moro,
con el loro y con el mico,
ríe el de Puerto Rico,
le envía, muerto, al loro
y una carta con el mico.
Dice: "seis onzas de oro
por atentar contra el mico,
a un infiel, reclama un moro,
guarde disecado al loro;
pero págueme ese pico..."

Viendo esto, el amo del loro,
se lanza furioso al mico;
mata al mico, mata al moro...
muertos moro, mico y loro
Se embarca... 
Y a Puerto Rico!!!